Sectas Sexuales:
El imperio de la perversión
El imperio de la perversión
La declinación de la figura del padre, la caída de los Estados Nacionales y el desencanto de las ideologías han provocado una alteración en el orden sexual. Nuevas modalidades de la erótica surgen a cada momento, siendo la búsqueda de los placeres inmediatos una solución para el sufrimiento del vivir contemporáneo. Entre los nuevos goces se encuentran las sectas sexuales, una disciplina que gana afiliados diariamente.
"Estaba en un mal momento. Mi vida se caía en pedazos", se lamenta Ismael Cortéz. "fue en esa época cuando un amigo me habló de las sectas sexuales. Era lo que necesitaba. Debí sospechar desde un comienzo. En un principio pagué, si es que puedo llamarlo de ese modo, mi matricula. No digo que haya sido económicamente cara, pero fue costosa y muy dolorosa. El grupo que me inició era de 12 morochos, grandotes, y poco cariñosos. Esa entrada a la secta duró por horas. Algunas veces me desmayé, pero la tolerancia de mis iniciadores era titánica. Desde ese día no he vuelto a ir de cuerpo con soltura y tiemblo al tener a un hombre cerca".
"Las sectas sexuales han existido desde los albores de la humanidad. Ellas siempre se han mantenido al margen de la ley y algunas han sido perseguidas. Sin embargo están envueltas de muchos mitos. Se cree que allí el sexo es desenfrenado, perverso y amoral", explica la Lic. Claudia Rosso, "Sin embargo, muchos resultan decepcionados. Recuerdo haber participado en un encuentro de una secta sexual. Es cierto que fui sometida por 200 enanos, pero todos usaron preservativos".
"Siempre me sentí feo, en especial cuando me miro al espejo. No puedo decir que las mujeres me rechazaran. En verdad me ignoran totalmente. Incluso mi madre se negaba a hablarme. De hecho, aprendí a hablar solo", nos relata Adalberto Sanchez. "Cuando me hablaron de "Los bomberos de Satán", pensé que se trataba de una murga. Luego me explicaron que era una secta sexual. Al parecer, allí se realizaban sacrificios humanos y eran obligadas las vejaciones. Creí que ese era mi lugar y que allí encontraría el afecto que nunca tuve. Me previnieron del horror de sus actividades. Al parecer el Marques de Sade fue uno de sus miembros y renunció porque no toleró la presión Me dije que la vida era una y me inscribí. Tuve que pagar una fortuna, pero no me importó. Pasaron meses y no tuve noticias de la secta. Una noche recibí un mensaje, donde me citaban para un encuentro. El lugar era una fábrica abandonada, construida sobre un cementerio indio, en el medio de un bosque donde se habían realizado algunos asesinatos. Me pareció que el lugar era adecuado. Cuando llegué, había una centena de hombres con los pantalones bajos y bebiendo extraños licores. El lugar era estrecho y el calor del pecado nos hacía sudar como perros en celo. No me había percatado que en el centro del galpón había un montículo de ramas y leños. Supuse que alguien sería quemado vivo y me excité. Pasada casi una hora, ingresó una joven de cuerpo soñado, complemente desnuda. Traía una antorcha, que arrojó al montón de leña y se armó una hoguera de infiernos. Entonces, uno a uno, los hombres comenzaron a orinar contra el fuego, siempre guardando una distancia de metros. Algunos me ordenaron orinar y lo hice. Tardamos 4 horas en apagar el fuego. A uno le dieron una careta del diablo, porque meaba más lejos que todos. No volví a recibir sus mensajes. Tampoco me devolvieron el dinero".
"Estaba en un mal momento. Mi vida se caía en pedazos", se lamenta Ismael Cortéz. "fue en esa época cuando un amigo me habló de las sectas sexuales. Era lo que necesitaba. Debí sospechar desde un comienzo. En un principio pagué, si es que puedo llamarlo de ese modo, mi matricula. No digo que haya sido económicamente cara, pero fue costosa y muy dolorosa. El grupo que me inició era de 12 morochos, grandotes, y poco cariñosos. Esa entrada a la secta duró por horas. Algunas veces me desmayé, pero la tolerancia de mis iniciadores era titánica. Desde ese día no he vuelto a ir de cuerpo con soltura y tiemblo al tener a un hombre cerca".
"Las sectas sexuales han existido desde los albores de la humanidad. Ellas siempre se han mantenido al margen de la ley y algunas han sido perseguidas. Sin embargo están envueltas de muchos mitos. Se cree que allí el sexo es desenfrenado, perverso y amoral", explica la Lic. Claudia Rosso, "Sin embargo, muchos resultan decepcionados. Recuerdo haber participado en un encuentro de una secta sexual. Es cierto que fui sometida por 200 enanos, pero todos usaron preservativos".
"Siempre me sentí feo, en especial cuando me miro al espejo. No puedo decir que las mujeres me rechazaran. En verdad me ignoran totalmente. Incluso mi madre se negaba a hablarme. De hecho, aprendí a hablar solo", nos relata Adalberto Sanchez. "Cuando me hablaron de "Los bomberos de Satán", pensé que se trataba de una murga. Luego me explicaron que era una secta sexual. Al parecer, allí se realizaban sacrificios humanos y eran obligadas las vejaciones. Creí que ese era mi lugar y que allí encontraría el afecto que nunca tuve. Me previnieron del horror de sus actividades. Al parecer el Marques de Sade fue uno de sus miembros y renunció porque no toleró la presión Me dije que la vida era una y me inscribí. Tuve que pagar una fortuna, pero no me importó. Pasaron meses y no tuve noticias de la secta. Una noche recibí un mensaje, donde me citaban para un encuentro. El lugar era una fábrica abandonada, construida sobre un cementerio indio, en el medio de un bosque donde se habían realizado algunos asesinatos. Me pareció que el lugar era adecuado. Cuando llegué, había una centena de hombres con los pantalones bajos y bebiendo extraños licores. El lugar era estrecho y el calor del pecado nos hacía sudar como perros en celo. No me había percatado que en el centro del galpón había un montículo de ramas y leños. Supuse que alguien sería quemado vivo y me excité. Pasada casi una hora, ingresó una joven de cuerpo soñado, complemente desnuda. Traía una antorcha, que arrojó al montón de leña y se armó una hoguera de infiernos. Entonces, uno a uno, los hombres comenzaron a orinar contra el fuego, siempre guardando una distancia de metros. Algunos me ordenaron orinar y lo hice. Tardamos 4 horas en apagar el fuego. A uno le dieron una careta del diablo, porque meaba más lejos que todos. No volví a recibir sus mensajes. Tampoco me devolvieron el dinero".