Desordenes sexuales
Mi vecino se toca en casa
Suena el timbre de tu casa , abrís la puerta y te encontrás con el vecino del 5 "G". Te saluda como siempre y notas que tiene los pantalones bajos. Medio a los saltitos, como un pingüino, se introduce en tu living. Para tu sorpresa, sin siquiera preguntar, comienza a acariciarse el miembro con fervor adolescente. ¿Qué hacer? ¿Denunciarlo ante la Justicia? ¿Regañarlo? ¿Alcanzarle un pañuelo descartable?
"Es una fantasía muy común la de darse placer en lugares no convencionales. Recordemos que la masturbación ha sido siempre una práctica mal vista. No es algo que el masturbador realice en la cola de un banco o en una entrevista laboral. Sin embargo, para muchos, es excitante realizar su actividad en lugares semipúblicos. Recordemos que el mismo Benito Musollini no dudaba en satisfacerse manualmente durante sus discursos, lo cual le trajo mas de una complicación pero también muchas satisfacciones", nos ilustra la Lic. Claudia Rojo.
ulián Pestiner nos cuenta: "Yo me había mudado hacía bien poco. Era llamativo como miraban los vecinos. Alguno incluso me guiñaba el ojo. Una noche, cuando volvía con mi familia del cine, encuentro al vecino del 4° tirándose del fiambre contra la puerta de casa. Mi hijo se llevó tal impresión que perdió el habla, y a mi señora se le cayó el cabello. Fue terrible".
"Estos pacientes, en realidad, buscan "naturalizar" sus prácticas. Intentan que su labor solitaria, ese constante manoseo de los genitales, sea un trabajo en equipo. En mi consultorio, para ganarme la confianza de mis pacientes, me he masturbado con ellos en varias ocasiones y, en más de una oportunidad, he masturbado a alguno de ellos", explica David Trosky, coordinador del grupo "Me toco a lo loco".
Norberto Cerillo, quien nos pidió conservar su anonimato, confiesa: "A mí, desde bien pibe, me daba por tocarme en cualquier lado, digo, siempre me toqué lo mismo pero me lo tocaba donde me diese las ganas, ya sea en una zapatería como en un bautismo. Para muchos soy un enfermo, pero por lo menos tengo una pasión".
Muchos son los testimonios que tenemos referidos al tema, pero estos pocos bien ilustran un tema candente. Pensamos que si alguien decide tocarse en casa, debemos ser compasivos y magnánimos, hacerle un lugar y ofrecernos a ir en su ayuda. Ahora, si el que se viene a tocar es un tipo, seguro que le soltaremos los perros.

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