Infidelidad y pareja Matrimonial
Quizá el principal mandato matrimonial sea el de la fidelidad. Claro que desde un punto de vista práctico, cada pareja crea sus propias reglas y entonces los criterios de "fidelidad" e "infidelidad" dependen de cada caso. Hay parejas que solo mantienen relaciones sexuales entre ellos, mientras que otras aceptan la inserción de un tercero, de dos terceros, de un grupo o de una manifestación. Todo depende de los acuerdos que se tengan.
Muchas veces, una relación clandestina, puede ser causa de sufrimiento, pero cuando esa relación es "legalizada" deja de causar malestar. La vivencia de Atilio F. sirve para ilustrarnos: "Mi esposa, siempre de carácter arisco, de la noche a la mañana empezó a tener mejor ánimo. No me costó mucho enterarme que ella me engañaba. Quizá lo más doloroso fue enterarme que se trataba de un enano. Usted sabe la fama que tienen los enanos", relata Atilio. "Un día le dije a mi esposa que estaba enterado y que quería conocer a su amante. Ella dudó, pero al tiempo me lo presentó al petiso. Era un tipo entretenido, conocedor de la vida y muy gracioso. La verdad que no podía culparla. Inclusive yo tuve mis fantasías con él. Ahora vivimos los tres juntos. El enano es bárbaro. No solo se acuesta con mi esposa, sino que paga el alquiler y nos cocina. Ustedes se preguntarán cuál es mi beneficio: es claro, mi esposa tiene mucho mejor carácter y yo no estoy obligado a acostarme con ella. Estamos tan bien que yo me estoy buscando mi propio enano".
"La infidelidad es, muchas veces, efecto del desconocimiento del otro. Varias veces se cree que nuestras parejas tomaran de mal modo que uno guste de experimentar nuevas sensaciones. No siempre es así. El error es mantener estas relaciones de modo clandestino", afirma la Lic. Claudia Rosso, "deberíamos perder falsos pudores y liberarnos y permitirnos voltearnos cuanto muñeco pinte, al menos mientras lo permitan los órganos. Tampoco debemos desafiar a la naturaleza. Eso si, siempre que nuestra pareja esté de acuerdo".
"Nos consideramos una pareja adulta. Mi esposa me contó que se estaba viendo con alguien y yo, que evito las discusiones, acordé con ella", relata Julián Alvarez. "Siempre había jugado con la idea de contactarme con otra mujer. Pensé que era mi momento. No tardé en conocer a una jovencita y comenzamos una linda relación. Lo hablé con mi esposa y a ella le pareció bien, y en ese momento me planteó que quería experimentar con más hombres. Claro que me pareció natural y no dije nada.
De a poco mi casa se fue poblando de desconocidos, de gritos y de preservativos. Debía esperar horas parar entrar al baño y dejó de asombrarme ver hombres desnudos correteando por la casa o discutiendo por el control remoto de la tele. Yo encontraba refugio en mi amiga, la cual me pedía paciencia, ya que no quería tener sexo conmigo para no causarme una mala impresión.
Toleré la situación por algunos meses. Para verme con mi esposa tenía que pedirle turno y las veces que lograba acceder a ella, nunca faltaban dos o tres señores que se manoseaban las partes mientras esperaban que yo terminase o hacían comentarios acerca de mi perfomance.
Creo que la gota que desbordó el vaso fue cuando, entre la multitud, alcance a divisar un burro. En verdad era casi un cachorro de burro. Me dije que esa era un abuso y no lo iba a tolerar. Decidí entrar al cuarto donde estaba mi mujer y cantarle algunas verdades. Sin embargo, cuando entré, no pude decir nada. El corazón se me paralizó: en la cama, en medio de una multitud de hombres jadeantes, estaban mi mujer y mi virginal amiga".
Podemos concluir que la infidelidad no sería para con las personas sino para con los acuerdos de la pareja. Todo depende de si la pareja está de acuerdo o no. Pero, pensándolo un poco más, ¿de qué vale una relación clandestina cuando todos estamos de acuerdo?

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