
El fascinante mundo de la tauromaquia siempre trae sorpresas. Desde hace algunos años los maestros del arte han permitido a las mujeres que toreen. Y en esta apertura sin igual, también se ha dejado su espacio a los enanos.
Justamente el pasado domingo, uno de los matadores enanos más reconocidos, Don Diego de Rosca Ibañez, alias "el cordobecito", sufrió un accidente sin precedente. La mañana se presentaba tranquila y el sol despuntaba en el cielo. Las multitudes apuraban el comienzo del espectáculo con aplausos y gritos.
El público desesperado temió la muerte o la mutilación del cordobecito, que de inmediato sufrió el ataque del toro. Claro que el ataque no fue fatal. El toro, encerrado desde hacía días en el corral, había incrementado su excitación y, dada sus calores, no dudo en tratar de empomarse al matador.
Claro que los hechos no llegaron a mayores y Don Diego fue rescatado antes de la fecundación. Nos alegramos que el cordobecito fuese rescatado, pero mantenemos oculta cierta tristeza. Hubiera sido interesante poder apreciar que saldría del acople entre un enano y un toro. ¿Acaso nos hemos perdido la aparición de un centauro pequeñito? ¿O acaso nos hubiéramos encontrado con un hombre-oveja? Eso nunca lo sabremos. Solo tendremos que contentarnos con que Don Diego salió ileso y que ha comenzado una linda relación con el toro. Esperemos que el vínculo prospere y que puedan tener familia para que saciemos nuestra curiosidad.
Cerca de las 13 horas, "el cordobecito" hizo su entrada en la arena. Estaba enfundado en un ajustado traje recubierto de pedrería y peinaba sus cabellos con coleta. Saludó al público como es usual en estas contiendas y recibió gentilmente la bienvenida. Los banderilleros ya habían hecho su parte con el toro, clavando las picas y desangrándolo para que sea menos bravío.
Para los comienzos, Don Diego sacó a relucir su capa y el feroz toro se abalanzó contra el paño a toda carrera. El público deliraba ante las posturas del matador y los bailes asesinos del toro. En una de las figuras, Don Diego fue sorprendido por el animal, quien en pocos instantes lo dejó en el piso.El público desesperado temió la muerte o la mutilación del cordobecito, que de inmediato sufrió el ataque del toro. Claro que el ataque no fue fatal. El toro, encerrado desde hacía días en el corral, había incrementado su excitación y, dada sus calores, no dudo en tratar de empomarse al matador.
Claro que los hechos no llegaron a mayores y Don Diego fue rescatado antes de la fecundación. Nos alegramos que el cordobecito fuese rescatado, pero mantenemos oculta cierta tristeza. Hubiera sido interesante poder apreciar que saldría del acople entre un enano y un toro. ¿Acaso nos hemos perdido la aparición de un centauro pequeñito? ¿O acaso nos hubiéramos encontrado con un hombre-oveja? Eso nunca lo sabremos. Solo tendremos que contentarnos con que Don Diego salió ileso y que ha comenzado una linda relación con el toro. Esperemos que el vínculo prospere y que puedan tener familia para que saciemos nuestra curiosidad.