En la noche de ayer el Gobierno Finlandés liberó a 177 enanos, quienes eran forzados a trabajar sin ningún tipo de remuneración y sometidos a innumerables vejaciones. Los liberados, en su mayoría indocumentados, habían sido secuestrados y obligados a trabajar en un taller de juguetes, propiedad del afamado Papá Noel, alias "Santa Claus", alias "San Nicolas".
Venancio Walter Rifocetti, uno de los liberados, contó que estaba buscando trabajo, cuando un hombre obeso le ofreció ayudarlo. Confió en ese hombre porque le resultó conocido. Esa confianza fue el comienzo de su tragedia. Mediante engaños, el hombre obeso lo metió en una bolsa y luego lo cargó en su trineo. Rifocetti estuvo encerrado en la bolsa durante días y no se le dio de comer hasta que aceptó trabajar en el taller.A partir de ese momento Venancio Rifocetti fue un esclavo moderno. La tarea que debía realizar viola 17492 leyes de los códigos obreros contra el trabajo forzado. No podía salir, se les confiscaron sus pertenencias y debía armar Play Mobiles durante largas horas, bajo la brutal mirada de los renos, quienes no dudaban en morder o en embestir con sus cornamentas a los rezagados.
No es la primera vez que Papá Noel aparece involucrado en hechos policiales. Dos años atrás, un grupo de niños chinos presentaron la denuncia de no haber recibido juguetes, mientras que vecinos suyos habían recibido hasta 4 regalos. En esa oportunidad el ídolo de los niños afirmó que se trataba de un error. "Para mí todos los chinos son iguales ¿Cómo voy a saber quien obtuvo su regalo y quien no", declaró Papa Noel.
Rifocetti, de nacionalidad peruana, se presentó ante la Justicia Finlandesa. "Papá Noel es un hombre de dos caras, y no me refiero a su papada. Para todos es un hombre agradable, pero en realidad es una hiena. Nos obligaba a trabajar 23 horas y media por días y nos hacía dormir en una heladera industrial. Incluso nos obligaba a sentarnos en sus rodillas y nos imponía que le pidiéramos cosas, mientras él se reía", afirmó. "Yo llegué a Finlandia con la ilusión de trabajar. Nunca pensé que iba a terminar así".
Resulta escandaloso hasta que punto han caído nuestras instituciones. No existe espacio que no haya sido infectado por la corrupción y el delito. Sin embargo nosotros somos los culpables. Nosotros somos los que preferimos dejarnos embaucar por un rifle de aire comprimido o una Barbie y no sospechar de los excesivos gastos de un jubilado. Es tiempo de madurar y de dejar de creer en engaños, con el solo fin de beneficiarnos miserablemente.