Loteria y canción
el niño cantor
Cada tanto Dios nos da una señal de su existencia. La firma divina puede encontrarse en las obras de Greco, en el David de Miguel Angel o en el fenomenal traste de Pampita. En cierta oportunidad Dios se apiadó de nosotros y nos agasajó con la voz de Pascual Daminiano, "el niño cantor".
Cuenta la leyenda que apareció una navidad, para el sorteo de la lotería nacional. Era enano, desdentado y usaba peluca. Pocos le hubieran acertado los 14 años que denunciaban su documento. Una carta de recomendación lo ubicó frente al micrófono de Radio Municipal y el azar le dio la posibilidad de cantar el premio mayor. Pascual Daminiano tomó la bolilla, la observó brevemente y cantó: "16431". Esa misma noche los teléfonos de la radio estallaron: la gente quería conocer al poseedor de tan eximia garganta. Tan emotiva fue la enunciación del premio mayor que varios tuvieron que morderse los labios para no llorar. Esa noche nació un mito.
A los pocos días Daminiano era una estrella que brillaba en los grandes teatros y en los cabaret de moda. El público se agolpaba en las taquillas para conseguir entradas y se pagaron fortunas por ubicaciones privilegiadas. Diarios o revistas le dedicaron la portadas o algún poster desplegable. No falto siquiera el pícaro que hiciera circular algunas fotografías subidas de tono, donde se lo veía a Daminiano falto de ropas y en posiciones provocativas, ya sea solo o en compañía de un burro albino. Esas fotos le trajeron sosiego a la soledad de más de un marinero o vendedor de estampitas.
Daminiano era una pasión entre las gentes. Las funciones teatrales lo tenían como número central. Cuando aparecía en escena, el delirio era general. Escucharlo cantar el "13725", provocaba emociones diversas que iban desde el llanto hasta la polución nocturna. El "7831" usualmente ponía la piel de gallina y traía ladillas. Pero claro, el favorito era el "19245". Ahí Daminiano se preparaba con un largo silencio, cerraba los ojos, estiraba el cuello y dejaba deslizar por su garganta una melodía pegajosa, con algo de irreal.
Su primer disco, "Números Naturales", traía 15 temas y duraba 24 segundos. Para muchos es una obra íntima, solo para entendidos. Los críticos recibieron el Long Play con las mejores loas. Por ejemplo El Cronista Diurno dijo "la cosmogonia del Capitalismo denunciada por un ángel, quien nos muestra, de manera descarnada, el sinsentido de la vida".
El arrollador éxito de Daminiano hizo que la patria le quedara chica. A fines de 1939 viaja a Polonia para dar a conocer su arte. Su llegada coincidió con la invasión alemana y con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Para 1940 se pierde el rastro del niño cantor y se hizo presumible su muerte.
Hoy tan solo quedan pocas grabaciones de Daminiano. Cada tanto algún fanático lanza alguna antología con su obra. Claro que su arte todavía estremece, su garganta sigue viva en el alma de muchos. Daminiano, ese elegido de Dios, ha entrado en la inmortalidad.

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